La lectura se lleva a cabo con diversas intenciones, como el estudio, el entretenimiento o como forma de obtener información. Según la intención, se utilizan diferentes tipos de textos: libros de consulta, enciclopedias, libros de ficción, diarios y revistas…
La importancia de la lectura
En la mayoría de las sociedades, la alfabetización se transmite a través de la instrucción formal e institucionalizada que lleva a cabo el sistema escolar; se aprende a leer en el sentido más amplio del término o se interactúa con un texto para obtener información adecuada, de acuerdo con los objetivos que orientan la lectura.
La lectura también es una poderosa herramienta de aprendizaje. A través de ella es posible aprender sobre cualquier tema y desarrollar habilidades cognitivas superiores, como la reflexión, la crítica y la toma de conciencia de los procesos de pensamiento, propios y ajenos.
En las sociedades alfabetizadas, el éxito académico o profesional está directamente relacionado con la calidad de la lectura, que es la puerta de entrada a la cultura escrita y todo lo relacionado con ella: autonomía individual, socialización, conocimiento, información, etc.
Sin duda, el grado de dificultad de lectura de un texto está relacionado con las habilidades del lector, más concretamente en lo que se refiere a los siguientes aspectos:
- Edad y grado de conocimiento de la lengua y su uso.
- Dominio de estrategias de lectura.
- Motivación e interés.
- Conocimiento sobre el tema de lectura.
- Claridad en cuanto a los propósitos de la lectura.
Tipos de Lectura
Lectura selectiva
Un texto se puede leer de muchas maneras. A veces se lee simplemente para ubicar algo que es de particular interés para el lector. Esto es lo que uno hace, por ejemplo, cuando busca información específica en un periódico o cuando quiere encontrar un pasaje concreto en una novela. En estos casos se realiza una lectura selectiva; es decir, además de leer, el lector está buscando en el texto lo que le interesa.
Lectura superficial
Otras veces, la lectura se limita a hojear el texto sin profundizar en él. Esto es lo que uno hace cuando lee los titulares de las noticias u hojea un libro para ver de qué se trata. En tales casos, se lleva a cabo una lectura superficial, cuya función es dar una idea al lector del contenido del texto.
Lectura cuidadosa
La mayoría de las veces, leemos para asimilar el contenido de un texto: una novela, un periódico, un libro, etc. En este caso, se suele leer con atención para comprender bien las ideas y asimilar los detalles de lo que se explica o cuenta en el texto.
Lectura en profundidad
En otras ocasiones, los libros se leen con el objetivo de aprender algo sobre un tema o materia en particular. En estos casos, se hace una lectura en profundidad en la que se analizan y sintetizan las ideas de forma que se retenga toda la información que parezca más importante y sustancial.
La habilidad de leer
Cabe señalar, sin embargo, que, dependiendo del nivel de dificultad de la lectura, también se requieren otro tipo de tareas. Los expertos en idiomas y los educadores, por ejemplo, consideran que es menos difícil localizar información en un texto, como una cita textual o una expresión con valor de sinónimo.
Asimismo, consideran de alta dificultad las actividades que requieren establecer relaciones y comparaciones entre diferentes bloques de información implícita para realizar inferencias complejas. Hay elementos textuales que determinan el grado de dificultad de la lectura. El conjunto de aspectos de un texto que define el grado de accesibilidad para el lector se denomina legibilidad.
Consejos para una buena lectura
Para sacarle el máximo partido a una lectura, es recomendable que antes, durante y después de la lectura, el lector se haga algunas preguntas sobre el texto.
Antes de comenzar a leer, es necesario plantearse algunas preguntas, por ejemplo: ¿Qué se leerá? ¿De qué trata el texto? ¿Cuánto tiempo supone? ¿Por qué puede ser interesante?
La lectura es un diálogo permanente entre quien escribe el texto y quien lo lee. Mientras el autor habla a través de su texto, el lector puede hacerlo haciéndose preguntas para comprender mejor lo que el autor quiere decir con sus palabras.
Más adelante, durante la lectura, también serán necesarias otras preguntas, como: ¿Qué quiere decir aquí el autor? ¿Qué significa esta oración? ¿Por qué ha pasado esto? ¿Qué pasará ahora?
Después de la lectura, es importante continuar haciendo preguntas sobre el texto, tales como: ¿Cuál ha sido el tema principal del texto? ¿Se recuerdan bien los detalles más importantes? ¿Qué he aprendido del texto?
El lector ideal
Es cierto que este lector es diferente a la mayoría de los lectores; sin embargo, hay que reconocer que, a la hora de seleccionar un contenido, planificar un proyecto, elegir una colección, etc., se construye un cierto ideal que, en mayor o menor medida, puede corresponder a un determinado grupo que es capaz de leer todo tipo de textos de manera competente.