Todos los padres saben que animar a sus hijos a comer verduras puede ser una tarea bien difícil. Pero hay que tener en cuenta que las verduras contienen muchas vitaminas y elementos esenciales para su sano y correcto desarrollo. Por eso, en este artículo os vamos a enseñar algunos trucos que os podrían ayudar a hacer las verduras más apetecibles y lograr que nuestros niños hasta nos las pidan. ¡Empecemos!
Cocina deconstruida, también conocida como papillas, purés, cremas o smoothies. Cocemos las verduras, las metemos en la batidora y mamá o papá pulsa el botón. ¡Así de fácil! Para que las verduras preserven todas sus propiedades, lo mejor es cocerlas al vapor o incluso usarlas crudas. Por supuesto, debemos asegurarnos de que la verdura que utilicemos se puede comer cruda. Algunas hay que cocerlas, pero te sorprenderá cuántas de ellas se pueden disfrutar en su estado natural. Un truco es sacarlas un rato antes de la nevera, para que se puedan batir con más facilidad. Como si fuéramos magos haremos desaparecer con la batidora las formas y las texturas que son justo las cosas que más rechazo generan a nuestros pequeños. Además, las papillas, purés o cremas nos permiten camuflar el sabor amargo o soso de muchas verduras con otro más dulce, añadiendo zanahorias, remolachas o incluso dátiles.
Alquimia gastronómica. Todos los materiales se pueden convertir en oro, pero hay que dar con la combinación correcta. Aquí el truco está en crear aderezos, guarniciones, condimentos y salsas de todo tipo. Todo lo que te puedes imaginar para hacer el plato más atractivo para tu hija o hijo. Por ejemplo, en vez de ofrecerle unos tristes trozos de coliflor, ponles encima una sabrosa salsa de queso y ¡ya verás con qué rapidez se lo come! Hacer salsas o mayonesas caseras no es tan difícil y tampoco necesita más de unos minutos, teniendo la gran ventaja de que esas guarniciones pueden llegar a convertir en toda una delicia las verduras que le ofreces a tu niño. ¿No le emocionan las judías verdes? No hay problema, si se las preparas en una ensaladilla rusa con mayonesa casera, seguro que le encantarán. ¿No quiere comerse una zanahoria? Intenta rallarla y añadir un poquito de miel y canela. Un buen acompañamiento puede ser justo lo que necesitas. Los límites son solo los de tu imaginación.
Un tiempo para dos. Preparar rápidamente la comida mientras tu hijo está viendo unos dibujos animados o jugando es a veces práctico, pero no suele crear mucho apetito. ¿Y si conviertes el cocinar en una experiencia para dos? En Materlu tenemos un precioso cuento, “El gran chef”, que enseña lo divertido que es preparar la comida juntos. Seguramente hay tareas que tu hijo puede hacer como pinche, por ejemplo, lavar la verdura, empanar las croquetas o remover la crema. Si vas a darles tareas en la cocina, que sean siempre adaptadas a su edad y teniendo en cuenta su seguridad, así se sentirá más importante e incluso responsable del resultado. Trabajar juntos también provoca muchas risas y éstas a su vez, abren el apetito. Además, hacer cualquier cosa en la compañía de mamá o papá es lo que más les gusta a los niños. Por último, estar en la cocina oliendo los aromas, manejando los ingredientes y, por supuesto, probando las cosas les abrirá el apetito. ¡Los pequeños se sentarán a comer los frutos de su trabajo con ganas!
Marketing. Eso es, hay que vender el producto. Le podemos poner nombres molones a nuestras composiciones y, en vez de echarlas sin más en el plato, podemos darles formas para que sean más divertidas. Por ejemplo, haz que unos trozos finos de zanahoria se conviertan en una carita sonriente, una flor o el símbolo de su superhéroe favorito encima de una crema. Crea en el plato un campo de batalla, donde las judías verdes y las patatas compiten por adquirir la mayor cantidad de huevo. Otra idea consiste en hacer de tu niño un experto. Prepárale un plato de varios ingredientes y pídele que los pruebe atentamente asignándoles puntos en las categorías: sabor, color, textura, dulzura, intensidad, nivel de crujiente, etc. Claro está que, para poder opinar, primero tendrá que comerlo. Además, tomar su opinión en serio no solo te ayudará a conocer todas las verduras que le gustan y tenerlo en cuenta a la hora de prepararle comida, sino que también fortalecerá vuestro vínculo y ayudará a tu peque a ganar confianza en sí mismo.
Con la comida no se juega… ¿o tal vez sí? Combina la necesidad de comer verduras con el juego, porque si algo es divertido, se come con mucha más facilidad. Os podéis sentar delante de los platos tú y tu peque y haceros una sesión de preguntas y respuestas: quién sume mal dos números o falle una palabra que propone el otro en inglés, se come un trozo de la verdura que no le gusta. Posiblemente tendrás que fallar aposta para que el juego siga siendo divertido para tu niño. Alternativamente puedes ponerle una recompensa para cuando termine de comer e incluso añadirle un extra si se come toda la verdura del plato. El premio podría ser una lectura de un cuento contigo y el extra disfrutar de un helado mientras se lo estás leyendo. O prepárales una comida a ciegas: basta con vendarle los ojos y que intente adivinar todo lo que está comiendo. No es tan fácil como parece, por tanto, es probable que tenga que comerse una buena cantidad antes de dar con la respuesta correcta. Además, el mero hecho de coger la comida sin verla es un todo reto (consejo: que no lo juegue en camiseta blanca) y, por tanto, divertido. Por último, prescindir del sentido de vista, intensifica lo que percibimos por el gusto y olfato, así se logra sacar un sabor incluso a la comida más sosa.
Este artículo no pretende ser completo, ni mucho menos, pero seguramente os servirá de inspiración para preparar platos de verdura inolvidables para los niños. En cualquier caso, si en algún momento vuestra creatividad se quede estancada, no dudéis en coger uno de los divertidos cuentos de Materlu, porque despierten la imaginación de adultos casi en el mismo grado que la de nuestros pequeños.